El Proyecto jesuita

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La influencia  de la música y la tarea evangelizadora desarrollada por los misioneros jesuitas lo traté en el segundo post de este blog "Influencia de la música europea"pero creo que resultará sumamente interesante profundizar en la enseñanza musical, ya que, como dice Susana Antón Priasco en su artículo El proyecto misional jesuítico.El caso de Mojos: "...las escuelas de música y luthería, junto con las Capillas Musicales, fueron instituciones que sobrevivieron a la expulsión de los jesuitas y que los gobernadores civiles intentaron mantener activas a lo largo de los años."
La misma autora nos sigue explicando: "...La tarea de los jesuitas en las misiones de América del Sur no se orientaba solamente hacia la catequización y el cuidado espiritual de los aborígenes; también pretendía alcanzar otros objetivos, tales como conseguir el bienestar económico y el desarrollo cultural de cada una dee stas comunidades. Así lo atestigua el jesuita José Cardriel (1704-1772?),misionero en la provincia jesuítica del Paraguay, para quien la tarea misional debía también "... entender de cosas temporales, de labranza, de pastoreo de ganado, de fábricas de iglesias y de casas, de oficios mecánicos como herreros, carpinteros, plateros, pintores, tejedores, etc., y de economía doméstica y externa y de música ...quien deja constancia de ello es el mismo padre Cardrie: “... en la crianza de los muchachos de uno u otro sexo se pone mucho cuidado, como lo ponen todas las Repúblicas bien ordenadas; pues de su educación depende todo el bienestar de la República. Hay escuelas de leer y escribir, de música y de danza para las fiestas eclesiásticas, que no se usan en cosas profanas...
Continúa expresando: "...Los jesuitas realizaron una cuidadosa selección de aquellos elementos de la cultura europea que les resultaban útiles para llevar adelante su trabajo de evangelización y los adaptaron a la idiosincrasia indígena. Dicha adaptación, al unirse con tradiciones y hábitos propios de los pueblos nativos que se mantuvieron inalterados, dió origen a una nueva cultura, distintiva, con características particulares: la "cultura misional", tal como el historiador David Block la ha denominado.
Sin embargo, el elemento quizás más interesante dentro del conjunto de estrategias utilizadas en las misiones para la integración de los aborígenes era la enseñanza musical.Se preocuparon por adaptarla todos los usos y capacidades: desde la sencilla música utilizada en la catequesis hasta el entrenamiento de músicos capaces de interpretar obras litúrgicas del barroco europeo.De acuerdo con los testimonios de los misioneros la música que acompañaba a la catequesis estaba conformada por cantos para ser entonados en forma comunitaria como himnos y letanías, tanto de tradición gregoriana como, escritos en español o lenguas vernáculas.
 En cuanto elementos de las celebraciones religiosas, estas obras servían también como instrumentos para el conocimiento y la propagación de la fe.Sus intérpretes eran los catecúmenos, es decir, los mismos nativos, y la ejecución no requería de partituras por ser cantos enseñados de oído por el catequista...Los jesuitas dieron un fuerte impulso a la formación de grupos  de intérpretes especializados debido a la importancia que tales intérpretes cobraban en las ceremonias litúrgicas “para celebrar los Divinos oficios principalmente en los días más solemnes”, como dice Diego Altamirano.El esplendor de la liturgia era fundamental para completar la tarea evangelizadora comenzada en la catequesis, de allí que los jesuitas pusieran todos los esfuerzos para desarrollar al máximo las artes que intervenían en ella: la arquitectura de los templos, sus pinturas y la música en las celebraciones religiosas.El repertorio musical trasladado a la liturgia de las misiones estaba enraizado en la tradición académica del barroco europeo, por lo que requería, a diferencia de la música de carácter catequístico, una compleja infraestructura bastante más compleja que abarcaba intérpretes, maestros e incluso luthiers encargados de la construcción de los instrumentos necesarios para su ejecución.
La organización de las escuelas de música, así como la conformación de los grupos de intérpretes, estaba basada pues en la jerarquía social ya existente dentro de los diferentes grupos indígenas.
Ser músico se convirtió en las misiones en un símbolo de status y llevaba a ocupar un lugar realmente destacado dentro de la comunidad..."
Más adelante nos dice: "... Las Capillas de las diferentes reducciones estaban formadas por un coro con sus solistas, primeros y segundos violines, violones, órgano y arpas. Éste era el grupo instrumental básico al que se podían haber agregado otros instrumentos de acuerdo con los requerimientos del repertorio y la disponibilidad de ejecutantes, ya que los inventarios de los antiguos pueblos mencionan también bajones, trompas marinas, trompetas y fagotes.

El número de integrantes de cada capilla aparecía depender así de la cantidad de músicos con un nivel suficiente de preparación para abordar el repertorio exigido, un repertorio propio del barroco europeo.
Pero no sólo se necesitaban músicos capacitados para la interpretación de las partituras; era imprescindible contar también con los instrumentos adecuados.

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Las escuelas de luthería
Otro punto importante de la tarea misional de los jesuitas fue la enseñanza de oficios. Los jesuitas entendían que un adecuado desarrollo comunitario requería necesariamente la incorporación de saberes técnicos adecuados a las necesidades laborales de las misiones. “Enséñanle también los misioneros ... los oficios mecánicos que no sabían de carpinteros, albañiles, herreros, sastres y zapateros y otros semejantes y necesarios para la vida política y racional...” 
 Para ello se utilizó como medio habitual de trabajo el entrenamiento de aprendices quienes después se encargaban de formar a otros habitantes del pueblo, fundamentalmente a los niños que debían iniciarse en cada oficio. El padre Cardriel relata así lo que sucedía en las misiones guaraníes al respecto: “... Luego de almorzar parte [de los muchachos] va a ayudar a los tejedores, pintores, estatuarios, ... y aprender de ellos...”
 Ese entrenamiento, sin embargo, no se limitaba a ser un procedimiento interno a cada misión. Gracias a la documentación conservada, se pudo saber que era práctica habitual que los artesanos formados se hicieran cargo también del entrenamiento de los nativos de otras misiones recién fundadas.Un documento del año 1779, por ejemplo, nos muestra cómo un grupo de indios artesanos de la misión de Nuestra Señora de Loreto -en la región de Mojos- parten con sus familias hacia un pueblo establecido muy poco tiempo atrás: “Razón de los indios oficiales que van de esta misión de Ntra Sra de Loreto a la reducción de los indios yuracarés y de las herramientas que llevan correspondientes a sus oficios. [...]Músicos: Pedro Pablo Auci, casado con Ana Mocuriru, lleva dos hijos: Fermín y Joseph y una chica de pecho. Su compañero Thomas Tibi, casado con María Ana Moresaru, con dos hijas,María Rosa y María Lorenza. De instrumentos llevan: un monocordio, un violón, dos violines y los respectivos papeles de solfa ... todo lo cual lo tengo reunido para el establecimiento de la nueva conversión de yucararés ...”especialmente por desarrollar ese oficio, visto que era difícil contar con los instrumentos idóneos si los pueblos de las misiones no conseguían autoabastecerse. Es cierto que en la etapa de establecimiento de algunos de los nuevos pueblos, los instrumentos musicales fueron llevados desde Europa por los misioneros. Así ha quedado documentado en una carta del padre Antonio Sepp, misionero de las reducciones de Yapeyú quién declaraba en el año 1691 que “... el Procurador que vino con nosotros, compró en los Países Bajos un órgano ... Asimismo me compró diversos instrumentos musicales en España, ente ellos una espineta, un clavicordio, una trompa marina y varías chirimías. Estos fueron terriblemente caros ...”.

 El objetivo fue entonces encarar la tarea de entrenamiento de los artesanos nativos, actividad que podemos constatar en las misiones de Mojos, por ejemplo, a través del testimonio dejado por el misionero Francisco Eder: “... Jamás he admirado bastante cómo absolutamente todos los indios, incluso los niños de ocho años a veces saben fabricar estas flautas con tanta exactitud que el músico más sabio no encontraría la más leve disonancia ... Ellos mismos construyen todos los instrumentos que se suelen hacer de madera; y no sólo los que llevan cuerdas sino incluso los que llamamos de viento,como el oboe, el fagot, la flauta travesera y otros muy parecidos.” 

 Este tipo de descripciones podrían considerarse en principio como el producto de un excesivo entusiasmo de los misioneros por su trabajo con los nuevos fieles. Sin embargo, los inventarios de los bienes dejados por los jesuitas, luego de su expulsión, demostrarían que el padre Eder no exageraba al relatar los instrumentos que podían fabricar los indígenas. Los talleres de luthería existentes en las misiones estaban por lo general muy bien provistos; así, por ejemplo, en el inventario realizado en al año 1790 sobre los bienes del pueblo de San Pedro se constata la existencia de “trece taladros de agujerear flautas, tres limas de hacer bajones, ocho taladros de hacer chirimías, dos fierros grandes de amoldar madera para violines y violones”.

En algunas misiones, además, el trabajo de luthería tuvo tal desarrollo que se establecieron talleres dedicados a la construcción de órganos. Ésto da cuenta del importante desarrollo que había alcanzado el arte de la luthería en las misiones jesuíticas: dicho arte conformaba la otra cara de una adecuada educación musical, y ambos constituían un camino que los misioneros consideraron imprescindible tanto para el desarrollo cultural como para el desarrollo religioso de las nuevas comunidades. "

Material complementario

La Misión: película
Un misionero jesuita del siglo XVIII, el padre Gabriel, es aceptado por los indios guaraníes y crea la misión de San Carlos, en la jungla tropical sudamericana que está por encima de las cataratas del Iguazú,siguiendo el camino de un jesuita crucificado, sin más armas que su fe y una flauta.

Fuente consultada
Susana Antón Priasco "El Proyecto Jesuita" disponible en :http://www.academia.edu/291275/La_Educacion_Musical_En_El_Proyecto_Misional_Jesuitico._El_Caso_De_Mojos



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